Tuesday, December 6, 2011

PATALETAS INFANTILES


                                             
A pesar que las pataletas constituyen una conducta frecuente entre los dos y los tres años de edad, es fundamental que los padres sepan manejarlas y no cedan ante ellas. Saber por qué los niños tienen pataletas y conocer la forma de actuar cuando estas ocurren, ayuda a evitarlas.
 ¿Por qué son las pataletas?
Entre los dos y tres años no es de extrañar que un niño cuando no logra lo que desea grite, se tire al suelo, de patadas y manotazos. Es decir, tenga una pataleta.
Podemos definirlas como una forma en la que algunos niños reaccionan ante una negativa a una petición o deseo, o como el modo en que expresan su frustración e independencia.
Sus causas son varias y los padres pueden prevenirlas o actuar ante ellas con determinadas conductas, pero siempre aderezadas con paciencia y cariño.
¿Por qué los niños tienen pataletas?
Las pataletas pueden deberse tanto al carácter como  a la educación recibida. Aunque no todas se pueden evitar, si se puede influir en la frecuencia e intensidad, según los padres vayan enseñando a su hijo a expresar sus sentimientos y a manejarlos.
Cuando un niño tiene una pataleta, no lo hace con la intención de hacer sufrir sino que forma parte de su desarrollo. Es una forma de reaccionar al no saber expresar con palabras lo que sienten, por lo que lo exteriorizan con rabia y frustración. También lo hacen como medio para conseguir algo.
Otra de las principales causas es la necesidad que tiene el niño de llamar la atención o de poner a prueba los limites y reglas establecidos por sus padres. Rara vez el niño tiene pataletas cuando no están sus padres u otra persona que habitualmente cuiden de él. Lo normal es que se produzcan cuando los padres están ocupados, hablando con amigos o haciendo cualquier cosa que les impida dedicarse  exclusivamente a ellos.
Otras veces aparecen porque el niño está excesivamente cansado, muy excitado, enfermo  o enfadado, siendo más difícil para el controlar sus  emociones en estas circunstancias.
En cualquier caso, los padres nunca deben ceder ante esta reacción de su hijo. El niño debe  de aprender que es una conducta inaceptable, que no cambiara la forma de pensar  de sus padres y con la que no conseguirá nada.
¿Cómo actuar ante esta conducta?
Lo mejor es ignorar al niño, no tenerlo en cuentas. Como el objetivo de la pataleta es llamar la atención, lo más recomendable es dejarlo solo (siempre que no haya ningún peligro). Es la forma más rápida de que cese la pataleta. Si no hay nadie que la presencie, no tiene sentido para el niño.
No ceder ante ellas. Hay que ser coherentes, no podemos poner reglas y limites y posteriormente ceder porque la situación sea violenta o porque despierte en nosotros compasión y malestar al verlos tan alterados. Si cedemos, lo único que lograremos es que el niño aprenda a manipular a sus padres y que logre su objetivo, con lo que estaremos dando lugar a que se repitan.
Cuando el niño recupere su comportamiento normal debemos hablar con él y explicarle lo inapropiado de su conducta. En ningún momento debemos tratar de hablar con él en el momento de la pataleta, solo empeoraremos la situación.
No debemos golpear al niño ni castigarlos, solo aumentaríamos la duración de esta. Nos limitaremos a esperar que se le pase.
Si tras una pataleta, muestra arrepentimiento o comprobamos que ya no son tan frecuentes porque empieza a entender que no es el mejor modo de conseguir algo, debemos elogiarle y animarle a mantener ese tipo de conducta.
Para algunos padres la situación resulta más complicada si es en un lugar público y con la presencia de desconocidos o extraños. Ante estas circunstancias, lo mejor sería coger al niño y llevarlo a algún lugar donde haya menos gente y esperar a que se le pase.
Los padres deben prestarle especial atención cuando no tenga pataletas o reforzarle y elogiarle cualquier conducta positiva que pueda tener. Piense que su hijo también utiliza las pataletas para llamar su atención. Demuéstrele que usted estará más entregado a él cuando este mantenga un buen comportamiento.
Para poder evitar, es necesario conocer en que circunstancia suelen producirse y con qué frecuencia. Tratar de establecer un patrón en ellas. Siempre habrá situaciones y momentos en los que es más probable que ocurran. Si el niño tiene una tendencia a enfadarse y frustrarse cuando se enfrenta con tareas o actividades superiores a sus capacidades, o cuando intenta jugar con un juguete demasiado complicado para él, debemos evitar estas situaciones y buscar aquello que pueda lograr en realidad.
Debemos ayudarlo cuando observamos que no sabe o no puede continuar ante una situación concreta. No se trata de hacer las cosas por  él, sino de ofrecerle una pequeña ayuda o alternativas. Por ejemplo, podemos ayudarle cuando no logre encajar la pieza de un puzzle o ayudarle a buscar un juguete que no encuentra. Así evitaremos que se enfade innecesariamente.
Si sabemos que nuestro hijo se altera demasiado ante determinadas circunstancias, como puede ser el cansancio o la excitación que puede producirle el haber pasado jugando una tarde también con varios amigos o a la visita de un familiar, debemos adelantarnos a la pataleta y calmarlo antes de que esto ocurra.

No comments:

Post a Comment