Wednesday, June 8, 2011

Mi hijo: ¿ Mi víctima o mi creación ?

Cuando la prensa, la radio o la TV reseñan las frecuentes muertes trágicas que ocurren en cualquier ciudad de nuestros países, generalmente nos asombramos cuando se refieren a que el sicario o el victimario tenía 18 años de edad y que los dos o tres “ejecutados” eran apenas unos adolescentes que mediaban entre 18 y 20 años de edad. Esta es un drama social diario, que ocurre con pasmosa frecuencia frente a nuestras propias narices y, parece que, como la sociedad indolente en que nos hemos ido convirtiendo, nos estamos acostumbrando a estas tragedias, pues el impacto desaparece rápidamente, sin pensar siquiera que cualquier día, nos pudiera pasar a cualquiera de nosotros como padres que somos. Ante este grave drama social, el psiquiatra dominicano César Mella se pronunció públicamente a través de un interesante análisis que a todos los que somos padres y/o abuelos, nos debe interesar no sólo leer sino asimilar sus recomendaciones. He aquí dicho trabajo:
1. “Lo primero que tenemos que hacer como padres que somos es preguntarnos: ¿Cómo eduqué o cómo estoy educando a mi(s) hijo(s)? ¿Qué valores le(s) inculqué o le estoy inculcando?
2. A los jóvenes de hoy hay que llamarlos varias veces en la mañana para que se despierten y uno luego llevarlos a la escuela, al liceo o a la universidad y, digo llevarlos porque no tienen que tomar el bus, el metro o caminar largas distancias para llegar a su centro de estudio. Así mismo, no se ocupan en nada de que su ropa esté limpia y menos, ordenada y tampoco colaboran en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar.
3. Hoy día nuestros hijos cuentan con los juegos y equipos digitales más modernos del mercado, (Computadora, Ipod, celular o blackBerry, etc.). Algunas veces, quizás sin merecerlo todavía, presumen tener el celular más moderno o avanzado, como es el caso de los BlackBerry, el nextel más costoso o la Latop mejor equipada, sin que les haya costado nada porque son compradas por nosotros y si se descomponen, para eso estamos nosotros también. Entonces, no faltaba más y a la brevedad y sin chistar, tenemos que que pagar la reparación.
4. Los jóvenes de hoy generalmente se levantan irritados o molestos porque se acuestan muy tarde, chateando o haciendo algo distinto en la computadora, oyendo música con sus audífonos, viendo televisión, jugando playstation, hablando o enviando mensajes.
5. Suele ocurrir también que nuestros jóvenes de hoy “idolatran” amigos o a falsos personajes de Realitys de TV; pero viven encontrándole defectos a sus padres, a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda o de que “nos estamos en nada”.

6. Y en los casos en que uno intenta hablar con ellos, automáticamente se cierran a quien les hable de moral, honor y buenas costumbres, y mucho menos de religión. Lo consideran aburrido. Ya saben todo y, lo que no saben ¡Lo consultan en Internet!
7. Otro de nuestros errores es cuando acostumbramos a nuestro(s) hijo(s) a darles todo, incluso, su cuota semanal o mensual sin que verdaderamente trabajen por ella y todavía se quejan a porque eso no le(s) alcanza para nada..\En otras ocasiones, cuando como padres le(s) exigimos lo más mínimo en el hogar o en su centro de estudio, lejos de agradecérnoslo, nos contestan con desfachatez: “Yo no pedí nacer, es tu obligación mantenerme”.
8. La problemática anterior afecta sobre todo a los jóvenes de clase media o media alta (o de capas medias urbanas) que bien pudieran estar entre los 16/24 años (en los casos que hayan sido buenos estudiantes) y a aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos.
Como padres, debemos aceptar que una de las fallas de nuestras generaciones con respecto a nuestros hijos, es que adoptamos una actitud que se traduce en una famosa frase que no dio resultado alguno positivo y mandó todo al diablo. Esa frase que acuñamos es: ¡Yo no quiero que mi(s) hijo(s) pase(n), trabajo y menos las carencias que yo pasé! Lo que ha traído como consecuencia que no les permitimos a nuestros hijos conocer las dificultades de la vida, la escasez o llegar a pasar hambre; criándolos erróneamente dentro de una cultura del desperdicio y la abundancia, o, por lo menos, donde nunca ha faltado comida, medicamentos, un hogar lleno de amor (que incluye un inmueble propio), atención médica, educación (muchas veces en colegios privados), uno o dos automóviles, agua, luz, ropa, teléfono, trasporte, Internet, dinero, etc.
Dada la preocupante situación social y económica por la cual atraviesa nuestros mundo actual, ahora más que nunca estamos obligados a revisar los resultados obtenidos en cuanto a la formación de nuestros hijos, sobre todo, si fuimos muy permisivos, o sencillamente nos dedicamos a trabajar tanto que dejamos el cuidado de nuestros hijos en manos de la empleada domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante.
Este mensaje es para los padres que tienen hijos y que todavía tienen la oportunidad de poder formarlos como verdaderos ciudadanos responsables, educándolos con principios y responsabilidades. Sobre todo, inculcándoles el hábito del ser agradecidos, incluyendo, por supuesto, el enseñarles a ganarse el dinero con honestidad, esfuerzo y dedicación. En esa formación deben incluir también enseñarles a conocer lo que cuesta cada plato de comida, cada recibo de luz, de agua, de renta, de teléfono, etc. Y aunque parezcan tonto, que los sábados o domingos laven el carro, ayuden a limpiar la casa, NO SU CUARTO, porque esa debe ser su obligación sin pago de por medio. Incúlquenle la costumbre de limpiar sus zapatos, de que paguen simbólicamente, por todo lo que gratuitamente reciben, implántenles la ideología de ameritar una especie de beca escolar que los padres pagan y por la que ellos no pagan ni un centavo. Esto puede generar una relación en sus mentes trabajo=bienestar. Igualmente, que entiendan que asistir a la escuela, liceo o universidad es un compromiso con su propia vida, el cual les beneficiará directamente a ellos y que no es ningún mérito asistir a recibir educación y formación, porque de la responsabilidad con que cumplan ese compromiso, dependerá en el futuro su calidad de vida. Es recomendable también que todos los jóvenes deben aprender desde temprano a lavar, planchar y cocinar, para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles.
Autor: Dr. César Mella, Psiquiatra.
MUCHO AMOR Y CONSTANCIA EN LA ENSENANZA DE LOS HABITOS, ES EL SECRETO!

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